Un día de noviembre: Leo Brouwer

Casi todos los guitarristas que hemos pasado por el conservatorio conocemos esta obra. Lo que no conocemos demasiado es el origen de su composición (los procesos creativos de los compositores son el eterno misterio inaccesible al que solo podemos acercarnos desde la intución y la emocionalidad).

Leo Brouwer (Cuba, 1939) se hace cargo en 1960 del Departamento de Música del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, lo que le permite componer la música para más de 100 películas. Fruto de su interacción con el cine, nace la composición que da título a este post: Un día de noviembre, que es, asimismo, el título de la película de Humberto Solás dirigida en 1972, a la que Leo Brouwer pone música. La versión original para la película era interpretada por guitarra, bajo, percusión y flauta, aunque posteriormente el mismo compositor realizó el famoso arreglo para guitarra sola que ya conocemos.

En el blog RecorreSonidos encontraréis un magnífico post que desgrana el análisis formal de esta obra, así como las curiosidades sobre la composición a la que el propio Brouwer denomina "una pieza de salón, la música de los bis, o la música fácil para ocasiones".

A la hora de interpretar una composición es muy útil conocer los detalles de su creación, aunque como decía antes, no siempre tenemos la posibilidad de acceder a ese conocimiento. Cuando tenemos que enfrentarnos a la interpretación de una obra musical, no nos queda más remedio que hacer uso de nuestra intuición y de las emociones que están escondidas detrás de las notas. Tocar es transmitir emociones, y no una mera decodificación de símbolos, por lo que debemos imbuirnos en el mundo emocional que está detrás de la partitura para recrearnos en él y permitir que el mismo nos guíe. Por supuesto, hace falta un análisis profundo de una composición para llegar a comprenderla en su totalidad, en un intento por acercarnos a la idea del compositor. Pero indudablemente, siempre lo haremos desde nuestra representación. A pesar del análisis todo lo que creamos que quiso decir el compositor no deja de ser una interpretación también, y bajo mi punto de vista, esta es la parte más bella de la música: no es igual para todos, no hay una interpretación universal. Podremos hacer interpretaciones aproximadas, pero nunca será la misma. Esa belleza de lo irrepetible debemos valorarla, tratando de acercarnos a nuestra propia interpretación.

Os dejo con mi intepretación de esta obra cuya simplicidad no es exclusivamente una cuestión técnica. Cuando hablamos de obras "fáciles" o "difíciles" solemos hacer referencia a una única cuestión: la ejecución. Sin embargo, hay obras (como sucede con parte de la obra de Bach) que a pesar de no ser excesivamente complejas técnicamente, la enorme dificultad estriba en la representatividad emocional de una música que nos queda lejos en el tiempo o que nos resulta incomprensible -como sucede también con la música de las vanguardias-.

Un día de noviembre es una obra que resulta mucho más sencilla de abarcar por el lenguaje que Brouwer utiliza: muy tonal, con una melodía sencilla cargada de emotividad, armonías claras... todo ello nos permite interpretar la emoción que quiere transmitir el autor con mucha más facilidad, y eso es lo que hace que esta obra sea considerada "fácil o accesible".