Reflexiones sobre el mundo profesional de la guitarra
Soy
consciente de lo complicado que lo tenemos los músicos, en general, para tener
una vida profesional con una cierta estabilidad y solidez. El mundo de la
música profesional siempre ha estado rodeado de inestabilidad, aunque en el
actual panorama de crisis socio-económica, los problemas se agravan para
algunos colectivos que no gozaban, como otros, de derechos adquiridos
conseguidos en gran medida por la lucha sindical. Es nuestro caso, donde la
legislación es poco clara, por decir algo, y casi siempre los contratos brillan
por su ausencia, o en el mejor de los casos, cotizas en régimen especial, pero
solo por horas trabajadas, con lo que conlleva: falta de respaldo social y
económico en períodos de desempleo (derecho a cobrar el paro), bajas laborales
inexistentes, imposibilidad de cotizar el máximo de años para percibir una pensión
digna en la jubilación, imposibilidad de solicitar un crédito al banco para
comprar una vivienda… El panorama es dantesco.
Si bien para todos los músicos es igualmente harto
difícil vivir de su trabajo, para algunos colectivos es mucho peor. Este es el caso de los músicos que se dedican a la música clásica.
Porque en la actualidad, los músicos de música moderna encuentran salidas
profesionales acompañando a artistas conocidos, en pequeñas orquestas para
fiestas y eventos, en sus propias bandas, haciendo música para televisión,
grabando en estudio para otros músicos… Es igualmente muy complicado entrar en
estos círculos, pero hay más opciones. En cambio, para el músico que se dedica
a la música clásica, esos círculos son mucho más pequeños, y bastantes menos.
Aunque
no sea posible determinar lo que sucederá en la vida de cada uno, porque el factor
serendipity es muy fuerte y los cambios van muy veloces en esta sociedad de
consumo rápido, supongo que lo más importante es adaptarse. Es una cuestión
básica de antropología: el que mejor se adapta es el que sobrevive. De ahí que,
para sobrevivir a la crisis socio-económica, para sobrevivir al modo de consumo
cultural, para sobrevivir a la escasez de contrataciones y trabajos en la
música, para sobrevivir al hundimiento de la industria musical y para
sobrevivir al deterioro de las condiciones laborales, hay que aprender a
adaptarse y ser creativo. La música seguirá existiendo, porque está en nuestra
genética humana, porque antes que el lenguaje ya existían signos de expresión
musical, y porque a la gente generalmente le gusta la música, y hay interés en
ella. Es posible que reciba poca ayuda o soporte gubernamental, incluso que,
como sucede con la nueva ley de educación LOMCE, que está previsto que entre en
vigor en 2015/16, la música quede excluida de los estudios generales. Sin
embargo, la gente seguirá escuchando música, teniendo necesidad de hacer
música, interés por aprender a tocar instrumentos…
Mi hipótesis es que habrá que cambiar el escenario
actual por otro, quizás cuando la industria musical haya sabido adaptarse,
porque en este momento, la industria sigue buscando una forma de editar discos
como lo hacía antes, con los márgenes de beneficios que tenían hace años. Es
posible que este nuevo escenario pueda beneficiar a algunos artistas que tal
vez no habrían encontrado espacio en la tiranía de la industria, donde había
que encajar en los cánones que dictaban los señores poderosos de las grandes
compañías. Las radio-fórmulas tienen hueco en las radios y en las empresas
multinacionales, pero lo que se salga de ese formato lo tiene mucho más
difícil.
Sin
embargo, bajo mi punto de vista, en lugar de ver este panorama como una
hecatombe o como un desastre para la música, creo que puede darse la vuelta a
esta situación.
La
auto-edición está siendo, a día de hoy, la fórmula más utilizada por todo tipo
de artistas. Y esta forma de editar música es mucho más independiente que los
antiguos discos editados por compañías más o menos grandes. Al ser
independiente, el artista tiene mucha más libertad de expresión, lo que genera
muchas ideas completamente nuevas. Al público le llega ahora, a través de
nuevos medios de difusión, música que hace unos diez años no habría llegado
nunca al mercado porque ninguna compañía habría apostado por ellas. De ahí que
la auto-edición esté enriqueciendo poderosamente el lenguaje musical actual.
Solo
es cuestión de tiempo que a la gente le llegue ese enriquecimiento, y vaya
evolucionando el gusto musical del público. Porque la escucha masiva de determinadas
músicas repetitivas está muy relacionada con su extraordinaria difusión: en
televisión, radio, publicidad, internet… Pero si los espacios de difusión
musical evolucionan también, de manera que la gente pueda acceder a la música
que elija, es posible que también la empequeñecida industria tenga que
adaptarse a los nuevos gustos musicales, y no al revés, como estaba sucediendo,
que era la propia industria la que estaba generando el gusto en el público por su música elegida.
Los
nuevos medios tecnológicos y su precio más o menos asequible está produciendo
un hecho insólito en la música: que cualquiera en su casa, con una cierta
habilidad con programas de edición musical sea capaz de grabar (incluso sin instrumentos, o tan solo con un teclado
MIDI) un disco. Lo que supondrá esto es imprevisible. Pero de nuevo planteo mi
hipótesis.
Creo
que al popularizarse la grabación y edición de música, es posible que la música
más artesanal se revalorice. Es una cuestión de oferta y demanda.
De hecho ya está sucediendo con otras cuestiones,
como por ejemplo el resurgir del disco de vinilo. Al estar tan popularizada la
música en formato digital, el disco de vinilo se convierte en objeto de culto.
O por ejemplo, existen estudios de grabación analógica, y muchas bandas están
apostando por ellos, pues ofrecen al mercado un producto exquisito y especial. Esto está generando un mercado nuevo, que ofrece música
con una calidad diferente a la música digital. Son como los antiguos discos de
las compañías discográficas, pero con una diferencia: la música que contiene es
exactamente la que el artista quiere que sea, es decir, hay mucha más
honestidad y también más variedad. Cada disco es independiente de los gustos
masivos del público, por lo que no son productos hechos a medida del
consumidor, sino verdaderas obras artísticas. Según mi visión, este hecho puede
convertirse en algo muy productivo para la música, que genere una mayor
cosmovisión de todos los estilos musicales, y así enriquecer el lenguaje y la
cultura popular.
Posiblemente,
donde más está cambiando el panorama de la industria musical, es en el formato
de edición musical y en su difusión.
Respecto al formato, hemos pasado del CD al mp3. La
música digital deja fuera el soporte. Ya no es necesario un soporte físico para
contener una serie determinada de canciones.
El mp3 permite un volumen muchísimo mayor, y al
mismo tiempo menor. Es decir: antes, con el vinilo o con el CD, debían grabarse
un número limitado de canciones para que el soporte fuera rentable. Sucedía
entonces que había artistas que solo tenían verdaderamente dos buenos singles,
pero que el resto de sus canciones eran un poco de relleno. En cambio, había
otros artistas que debían dejar fuera del disco temas que estaban escritos para
estar dentro, pero que por volumen no podían entrar. Este problema lo soluciona
el mp3. Ahora los artistas pueden vender solo un single, o tres, o mil. Da
igual el volumen, lo que importa es si la canción es buena o no. Porque, y aquí
entra el tema de la difusión, puesto que los espacios han cambiado,
la gente puede descargar solo una canción sin tener la necesidad de “cargar”
con todo el disco, si lo que le gusta es solo el single principal.
Este
hecho también insólito supone que los artistas se esfuercen en hacer buenas
canciones, ya que no van a “colocar” caras B ni canciones de relleno. Por lo
que, bajo mi punto de vista, esto también beneficia al mercado y a la cultura.
Los
medios de difusión son ahora muchos más, pues a los clásicos (televisión,
radio, publicidad) se unen todos los espacios en internet, como YouTube,
Spotify, iTunes, etc. El público puede acceder al tipo de música que desee,
puede descubrir nuevos artistas relacionados con la música que le guste, puede
comprar una sola canción o la discografía completa del artista que quiera por
un precio mucho menor que antes, puede guardar su música en diferentes soportes
(teléfono móvil, ordenador, Tablet, iPod, etc.) y escucharla donde desee aunque
no la lleve encima (subiéndola a la nube y pudiendo descargarla de nuevo con
cualquier conexión a internet). Todo esto genera una democratización de la
música. Es decir, es posible acceder a cualquier música tengas el poder
adquisitivo que tengas. Puedes comprar muchos singles o discos completos, o no
comprar nada y aun así escuchar a tus artistas favoritos.
Pero, ¿de qué viven los artistas ahora, sin
industria discográfica, y si decaen las ventas de canciones?.
Mi
hipótesis es que los artistas, cada vez más, vivirán de sus conciertos y
espectáculos. Por eso, es tan necesario que se sigan promocionando conciertos,
que el precio de las entradas sea más razonable, que se propongan nuevos
espacios para ofrecer música en vivo, que las leyes faciliten los permisos para
abrir y mantener locales en buenas condiciones para la música en vivo, y sobre
todo, que estas salas hagan partícipes del beneficio a todos. Porque hay muchas
salas que dan la posibilidad de utilizar su escenario, pero a cambio el artista
debe adelantar una gran cantidad de dinero y llenar la sala con su propio
público. Se hace necesario un acuerdo entre artistas y salas, porque de
continuar como hasta ahora, las salas se verán abocadas al cierre y los
artistas a desaparecer de los escenarios para convertirse en artistas
virtuales.
Igualmente,
creo que en el mundo de la guitarra clásica se impone la necesidad de abrir
mercado a otros públicos, no solo al conocedor del repertorio y del
instrumento. Es interesante plantear conciertos en escenarios poco habituales
para la guitarra clásica, y tratar de acercar a nuestro instrumento a un
público nuevo. Esto será vital si queremos seguir manteniendo la actividad de
la interpretación como base de nuestra profesión.
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