La música a lo largo de la historia de la educación

¿Qué papel ha tenido la música en la educación de las personas a lo largo de la historia de la educación? ¿Ha formado parte de los currículos o ha sido una simple herramienta de ocio?

Al final del artículo encontraréis una infografía detallada
que resume el contenido del artículo.
En los últimos años ha crecido el interés científico por la música, tanto desde su concepción biológica y su funcionalidad en la evolución del ser humano, como desde una visión cognitiva y de procesamiento.

Paralelamente, se ha abierto un interesante debate social acerca del interés formativo de la música. El nuevo marco legislativo que se abre en España con la implementación de la LOMCE, ha levantado ampollas entre el colectivo de los músicos y docentes de música, que han visto cómo se ha despreciado su ámbito profesional en favor de otros campos del saber vinculados a una enseñanza racional. 

La pregunta que está en el aire es: 
¿Cómo ha sido vista la música a lo largo de la historia en su función como materia educadora? 
En este artículo haré un breve repaso a la historia de la educación para descubrir ese papel educativo de la música y en qué momento revierte esa tendencia. 

Si nos remontamos a las antiguas civilizaciones, encontramos ya una profunda vinculación entre música, educación y religión. La música facilita la conexión con Dios, quien ilumina el conocimiento. Lo vemos así reflejado en las culturas egipcia (3300 y 2900 a.C), hindú (2000 a.C) incluso en un primer período de la Grecia Clásica (3000 a. C).
Pero sin duda es en la Paideia griega donde vemos la relación más intensa entre la música y la educación. En la paideia de Homero, que representa la base para la tradición pedagógica griega, la educación del guerrero constaba de dos partes: una educación física —gimnástica— y una educación cultural donde se cultivaba el canto, la danza, el manejo de la lira y otros instrumentos musicales. Esta educación artística está integrada en el concepto musiké que engloba la poesía, el canto y la danza. Habitualmente, los jóvenes aprendían a tocar dos instrumentos: la lira y el aulós o flauta. Para los griegos del período helenístico –conocido como etapa humanista o clásica—, la enseñanza artística era fundamental para la superación del mundo bárbaro y el perfeccionamiento humano.

Es durante el largo período medieval cuando la música entra a formar parte de un currícu- lo organizado pedagógicamente, compartiendo importancia con la astronomía y las matemáticas —geometría y aritmética—, en lo que se conoce como el Quadrivium. 

Ya durante el barroco empiezan a surgir pedagogos que abogan por la educación de los sentimientos, vinculada a la educación de la voluntad. Su objetivo era el de encauzar las pasiones del alma. Esta formación moral está estrechamente asociada al cultivo de la sensibilidad estética, por supuesto, encabezada por el estudio de la música.

Con la llegada de la modernidad, y de su mano, la Ilustración, se produce una revisión de los fines de la educación. Nace, así la primacía de la razón y un fervor por el poder de la educación y el progreso gracias a las ciencias. El advenimiento del racionalismo y el método científico transforma la manera de entender la educación, que es entendida como el motor del progreso y bienestar individual y social, puesto que la consideran fuente de felicidad. Esto les conduce a fortalecer las artes mecánicas y a apostar por metodologías más activas, prácticas y empíricas. La escuela que hoy en día tenemos es heredera de los principios pedagógicos de la Ilustración, y es justo el momento en que la música es relegada a un plano secundario en la educación, siendo vista como un mero entretenimiento que favorece la relajación y el descanso, pero no tiene interés formativo.

A finales del siglo XIX aparece el movimiento de renovación pedagógica conocido como Es- cuela Nueva, que posteriormente dará lugar a la educación democrática —en América es conocida como Escuela Progresiva, de manos del pedagogo americano J. Dewey— y que es origen de diversos métodos en Europa y América, como el Plan Dalton, el sistema Winnetka, o los reconocidos método Montessori y el Decroly, los métodos por proyectos o métodos de trabajo colectivo, impulsados principalmente por Freinet. Este movimiento, en España encabezado por la ILE (Institución Libre de Enseñanza), apuesta de nuevo por la educación artística como importante bastión de la formación humana.

A partir del inicio del siglo XX veremos cómo las circunstancias político-sociales —que nunca están al margen de los sucesos pedagógicos, puesto que la pedagogía es fruto de una sociedad concreta en un momento concreto— marcarán tanto en España como en los países del entorno desarrollado las políticas educativas, y los currículos responderán a esos intereses políticos. En España no podemos obviar la terrible guerra civil (1936-39) que frena los intentos de la II República por establecer un sistema educativo de calidad para todos los ciudadanos a través de propuestas como las misiones pedagógicas, ni por supuesto, olvidar la dureza con la que el régimen franquista impone una educación limitadora y constreñidora, que deja la música completamente fuera del currículum, centrado de forma obsesiva en la religión católica y los valores patrióticos.

En los años siguientes, bajo la dictadura del general Franco, la música desaparece por completo de la educación general hasta la Ley General de Educación (LGE) de 1970 que incluye la música en el currículum del Bachillerato junto con Dibujo, como parte de la formación estética. 

No es hasta 1990 con la aparición de la LOGSE donde se aborda la reflexión profunda de los métodos y los fines de la educación, y cómo la enseñanza artística puede favorecer el proceso educativo de los alumnos. En dicha ley se enfatiza la importancia de lograr una formación artística integral. También afronta la difícil tarea de conciliar estudios generales con enseñanzas artísticas. Y finalmente, plantea la necesidad de establecer diferentes tipos de bachilleratos, incluyendo el de artes.

En la actualidad vemos un retroceso en el interés pedagógico de la música como elemento formativo del intelecto y de las emociones, y nos encontramos a las puertas de un nuevo marco legal que ha conducido a la música, de nuevo, a los rincones oscuros de una escuela “racional” centrada en materias mal llamadas vehiculares, olvidando cuánto pueden ayudar las artes a vehicular emociones y formas de pensamiento que tan importantes son en los procesos de aprendizaje.


Fuente:
Rodrigo Fernández, M. (2015). El potencial educativo de la música. Madrid: Inédito.
Bibliografía: 
  • Negrín Fajardo, o. Y Vergara Ciordia, J. (2009). Historia de la educación. Madrid: Ramón Areces. 
  • Negrín Fajardo, O. (2004). Historia de la educación en España. Autores, textos y documentos. Madrid: Uned.
  • Negrín Fajardo, O. (2004). Historia de la educación española. Madrid: Uned



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