La relación entre la TEORÍA y la PRÁCTICA al enseñar música.

Plantearse preguntas del tipo ¿cuál es la mejor manera de enseñar la técnica del instrumento?, o ¿cómo lograr que un alumno desmotivado estudie en casa? son, posiblemente, las cuestiones que más nos inquietan a todos los que nos vemos con frecuencia en contextos de enseñanza-aprendizaje.



Damos por hecho que una cosa es la teoría y otra la práctica, aunque a mi me asalta la duda:


😕 ¿Tan alejada está la teoría de la práctica? Y de ser así, ¿quizás no sea uno de los primeros obstáculos a afrontar?

Previo a las teorías, aparecen las asunciones. Digo previo, porque mucho antes de que uno se pare a reflexionar sobre aquellas teorías que puedan resultarle más o menos interesantes, están las cuestiones que uno asume de antemano, incluso sin haberse detenido a pensarlas. Son los esquemas, las representaciones, las construcciones que se han ido acomodando en nuestras mentes a base de acciones repetidas en base a experiencias vivenciales.


Pero, pongamos por caso que hemos sabido reconocer nuestras asunciones, que hemos sido conscientes de cómo nuestras representaciones influyen en el contexto (y en quienes habitan en el mismo). Conocemos la teoría y nos damos de bruces contra ella en nuestros actos. De nuevo ¿tan lejos está la teoría de la acción?. No deberían estarlo, pero conocer no es lo mismo que incorporar.
Quizás por ello, hay muchos profesionales que conocen muy bien la teoría de que la enseñanza de la música debería centrarse en la emoción, pero a la hora de enseñar, vuelven a los tópicos de la enseñanza técnica del instrumento.

Mi punto de vista en este tema de la teoría y la práctica, es que la una sin la otra son como estanques donde no corre el agua. Es decir, cada una vive en su dimensión, en su espacio inconexo, en su propia idiosincrasia. Pero no pueden permanecer vivas -en el más amplio sentido de la palabra- sin una auténtica relación entre ambas.
👉 La teoría debe iluminar el camino por donde debe transitar la práctica.
Y al mismo tiempo, esta (la práctica) retroalimenta a la otra, permaneciendo en un estado de equilibrio como si de vasos comunicantes se tratara.
Posiblemente, la mayor dificultad a la que nos enfrentamos los docentes de música es la carencia de una auténtica teoría educativa. En una gran mayoría de casos, uno va aprendiendo sobre la marcha "lo que funciona y lo que no", como una suerte de azar o de revelación divina. Esta carencia teórica influye en la práctica (por aquello de los vasos comunicantes), de forma que ante el vacío de la una aparece el consiguiente vacío en la otra.
Pero no sólo se trata de construir teorías y dominarlas en la práctica, porque como antes me refería, conocer está muy lejos de asumir.
Quizás por ello, lo interesante sea acercarse a esas asunciones, a los esquemas que nos nacen de lo más profundo de nuestro inconsciente. Posiblemente, ahí está la verdadera llave para pensar-actuar de manera más efectiva, siendo coherentes con nuestras teorías y prácticas.

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