Qué y Para Qué evaluamos. Anatomía de un examen (musical).


Para abordar, con consistencia, el farragoso tema de la evaluación educativa, es necesario comenzar por el principio. La primera pregunta que ha de hacerse un docente, cuando tiene por delante la tarea de evaluar a un alumno, es:

✅  ¿qué es la evaluación?

A lo largo de la historia de la educación hemos encontrado importantes personas referenciales en el mundo de la evaluación educativa, tanto como distintos aspectos que la engloban.
En educación se evalúa tanto a los alumnos como a los docentes y a los sistemas educativos. Y, desde que se lleva a cabo la evaluación sistemática hemos podido acercarnos a los problemas reales de los distintos ámbitos educativos. Por tanto, podríamos decir que la evaluación ha servido para detectar "fallos del sistema" que necesitan ser abordados de una nueva forma.

La figura indispensable para comprender el fenómeno de la evaluación en la actualidad es Ralph Tyler (1902-1994). A él se le atribuye la conceptualización de evaluación por objetivos. Él opinaba que
 «el proceso de evaluación es esencialmente el proceso de determinar hasta qué punto los objetivos educativos han sido actualmente alcanzados mediante los programas y currículos de enseñanza» (Tyler, 1950)

La principal crítica que recibe la concepción tylorista es que pone mayor énfasis en el producto final (el resultado del aprendizaje) que en el proceso. Es, por tanto, un modelo de evaluación sumativa que no tiene en cuenta los distintos niveles iniciales de los alumnos, ni sus diferentes capacidades o talentos. 

Desgraciadamente, la idea tylorista caló profundamente en los sistemas educativos y hoy día sigue practicándose de manera generalizada, aunque los paradigmas apunten hacia otros aspectos.

En España, con la Ley General de Educación (1970), aparece por primera vez el concepto evaluación continua. Se refería a la necesidad de atender, no solo al resultado final, sino al proceso, dando a la evaluación un carácter formativo, que permita ir modificando aspectos del proceso educativo para mejorar y favorecer los aprendizajes.
Con la promulgación de la LOE (2006) se revisa el concepto de evaluación y se introduce la evaluación por competencias. Con este cambio se pretende evaluar distintos aspectos, convirtiendo al proceso educativo en un proceso holístico que permita tener un mapa más amplio de dónde está cada alumno con respecto a sí mismo.

Pero aun no hemos resuelto el entuerto sobre qué es evaluar.
Ofrecer una definición única es complejo porque existen diversas corrientes y paradigmas (cuantitativo/cualitativo). También implica la necesidad de diferenciar entre conceptos cercanos -pero distintos-, como calificar o medir.
Podríamos decir que actualmente se concibe la evaluación como
un proceso que permite recoger información para formular juicios fiables, contrastables y adecuados, que deben servir para iniciar y guiar un proceso de toma de decisiones. 

✅  ¿Para qué se evalúa? 

Esencialmente, para tomar decisiones acerca del proceso educativo. Por tanto, una evaluación no es una medición que implica exclusivamente al alumno. Tiene que ver (y mucho) con la docencia. Si los alumnos no están alcanzando los objetivos educativos, hay que preguntarse ¿por qué?, ¿cuál es mi responsabilidad, como docente, en el resultado de mis alumnos?
👍  Y, por supuesto, la evaluación no es un sistema de clasificación
Por tanto, no evaluamos para catalogar y encasillar a nuestros alumnos, sino que la evaluación nos sirve para tomar el pulso al proceso educativo; para analizar las prácticas docentes y solventar los obstáculos que impiden el aprendizaje.
Quizás esto no ha calado tan hondo como el modelo de Tylor, pero tiempo al tiempo...

✅  ¿Cómo debemos evaluar?

Según Castillo y Cabrerizo (2010), el proceso evaluativo es dinámico, abierto y contextualizado, y abarca tres momentos esenciales:

  1. Evaluación Inicial: se produce al comienzo del curso, y tiene una función, principalmente, diagnóstica. Consiste en una recogida de datos que permitan conocer la situación de partida del alumnado para poder diseñar las estrategias educativas que mejor se adapten a sus características específicas.
  2. Evaluación procesual: se produce durante el desarrollo del curso, y consiste en la recogida permanente de información, de forma sistemática, que nos permita monitorizar el proceso educativo e ir implementando los ajustes necesarios para la adquisición eficaz de los aprendizajes, de ahí su carácter formativo. En ocasiones, este tipo de evaluación se confunde con realizar exámenes periódicos. Hay muchas formas de recoger información valiosa de los alumnos, bien sea a través de trabajos, del uso de portfolios o de la observación directa del profesor y/o llevar un diario de cada alumno (en el caso de las enseñanzas musicales, esta es una de las formas más interesantes de realizar una evaluación procesual).
  3. Evaluación sumativa: Consiste en la valoración de los datos obtenidos al finalizar el curso. Tiene un carácter sumativo porque recoge la información de todo el curso y permite valorar en qué medida se han alcanzado o no (y por qué) los objetivos del mismo. 

Cuando se aborda la evaluación del alumno es importante tener bien claros los objetivos del curso. 

Y, al mismo tiempo, ser flexibles y tratar de comprender qué ha sucedido durante el proceso. Es decir, más que cumplir con una función sancionadora (el alumno pasa o no de curso), es necesario comprender qué ha sucedido para que no haya alcanzado los objetivos. En el fracaso escolar suelen presentarse situaciones multicausales, donde el alumno no logra los objetivos por diversas razones. En estos casos, es más importante analizar la situación junto al alumno, tratando de comprender las causas, que sancionarle sin más. 
A fin de cuentas, una evaluación debería servir tanto al docente como al alumno. 

✅  ¿Qué debemos evaluar en los estudiantes de música?

Y aquí, después de unos cuantos párrafos, por fin llegamos al vínculo con la música. Y, por cierto, a lo práctico. Porque en otras disciplinas es, tal vez, más sencillo caer en un modelo sumativo (es decir, hacer un examen donde las respuestas son únicas: o están bien o están mal). 
Pero en las disciplinas artísticas nos encontramos con un problema esencial: No hay (o no debería) haber una única respuesta
Lo cual nos obliga a asumir, con mayor firmeza, que la evaluación ha de ser un proceso holístico, formativo y procesual.
👌  Hemos de plantearnos qué es lo importante que deberían adquirir los alumnos. 
En el caso de la música, generalmente se da mucho valor a aspectos técnicos (ya sean respecto a la técnica instrumental o respecto a la "técnica" musical; es decir, el pulso, el ritmo, la precisión en la ejecución de las notas, etc.).

Sin negar la importancia que tienen estos factores, no podemos dejar fuera otros aspectos tan o más importantes, como pueden ser:

  • la expresividad de la música que toca, cómo gestiona los recursos expresivos; 
  • si el alumno es capaz de expresar ideas musicales propias, 
  • si es capaz de desarollar criterios válidos para digitar sus obras y ejecutarlas, 
  • cómo gestiona los errores y la frustración, 
  • qué habilidades emocionales ha desarrollado (¿tiene miedo escénico?, ¿disfruta tocando o sufre?), 
  • si el alumno adquiere suficiente autonomía en el estudio o depende demasiado de la opinión de su profesor...

En fin, hay muchos aspectos que son evaluables y es, obviamente, el criterio de cada docente, dar valor a unos u otros.

👉  Por tanto, si eres profesor/a de música y tienes que evaluar a tus alumnos, en primer lugar, plantéate qué factores consideras que son importantes para el desarrollo artístico de los alumnos. Tampoco descuides los factores personales y emocionales.  

👉  No olvides que has de valorar el proceso, teniendo en cuenta el punto de partida del alumno y su evolución.

👉  Puedes llevar un diario con cada alumno y anotar en él cosas importantes que hayan sucedido en clase. También puedes realizar un e-portfolio e ir haciendo grabaciones de sus interpretaciones en clase que puedes añadir al e-portfolio. Cuando acabe el curso tendrás mucha información que te servirá para valorar la evolución del alumno.

Bibliografía

Castillo Arredondo, S. y Cabrerizo Diago, J. (2010) Evaluación educativa de aprendizajes y competencias. Madrid: Pearson.

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