La elocuencia del silencio
Somos músicos y sabemos (o creemos saber) que el silencio también es música. Pero, ¿a qué nos referimos con esa expresión tan popular?
Básicamente, hace referencia a la capacidad expresiva del silencio. Un silencio, después de palabras hirientes, dice mucho. Un silencio acompañado de una mirada, incluso de una mano tendida, dice mucho. Un silencio en un adiós es mucho más que un adiós...
Sin embargo, pocos músicos incorporan el silencio en su estudio. Es decir, si tienen dos compases de silencio en la partitura, simplemente los saltan, no los tocan. No se tiende a estudiar el silencio porque damos por hecho que el silencio es, sencillamente, no tocar. Y para eso, no hace falta dedicar tiempo de estudio, ¿no?
Pues lo cierto es que no es así. Ni el silencio es solo no tocar, ni podemos obviarlo en el tiempo de estudio.
Algunos alumnos míos, cuando tocan la última nota de una pieza, interpretan que ya han terminado y levantan la cabeza y salen del estado en que estaban mientras tocaban. A veces, incluso, aunque siga sonando esa última nota. No se toman un tiempo necesario al finalizar, no incorporan el silencio final como parte de la pieza. Es uno de tantos ejemplos en los que el silencio parece incomodar y no se integra dentro de la pieza. Da la impresión de que necesitamos que el silencio esté escrito en los finales de la partitura para incorporarlos...
Esta incomodidad ante el silencio nos lleva al segundo silencio necesario. Si el primero es el que está escrito en la partitura, el silencio que se produce cuando dejamos de tocar, el segundo es el que está en nuestra mente.
No resulta nada fácil, especialmente en esta sociedad hiperactiva y sobreestimulada, dejar la mente en silencio. Los discursos internos, nuestro ruido mental permanente, nos alejan de la experiencia del momento presente. Y estamos asombrosamente acostumbrados a estar dispersos en nuestras ideas y poco presentes en el instante mismo.
Cuando uno interpreta música, esta incapacidad de estar en el presente se traduce en un resultado sonoro pobre, en el que la ansiedad por acabar se escucha desde fuera. Por eso,
Si te ha gustado, no dudes en compartirlo y en dejar tu comentario. Me encanta leeros!
Básicamente, hace referencia a la capacidad expresiva del silencio. Un silencio, después de palabras hirientes, dice mucho. Un silencio acompañado de una mirada, incluso de una mano tendida, dice mucho. Un silencio en un adiós es mucho más que un adiós...
El silencio habla, a veces, grita. En ocasiones, es más elocuente que las propias palabras.Para los músicos, el silencio tiene un valor fundamental en la interpretación. Un silencio puede generar más tensión que cualquier acorde, por muy dominante que sea.😅 Los silencios expresan tanto o más que los sonidos. Por eso, es tan importante trabajar con el silencio.
Sin embargo, pocos músicos incorporan el silencio en su estudio. Es decir, si tienen dos compases de silencio en la partitura, simplemente los saltan, no los tocan. No se tiende a estudiar el silencio porque damos por hecho que el silencio es, sencillamente, no tocar. Y para eso, no hace falta dedicar tiempo de estudio, ¿no?
Pues lo cierto es que no es así. Ni el silencio es solo no tocar, ni podemos obviarlo en el tiempo de estudio.
Algunos alumnos míos, cuando tocan la última nota de una pieza, interpretan que ya han terminado y levantan la cabeza y salen del estado en que estaban mientras tocaban. A veces, incluso, aunque siga sonando esa última nota. No se toman un tiempo necesario al finalizar, no incorporan el silencio final como parte de la pieza. Es uno de tantos ejemplos en los que el silencio parece incomodar y no se integra dentro de la pieza. Da la impresión de que necesitamos que el silencio esté escrito en los finales de la partitura para incorporarlos...
📍 Dos silencios necesarios
Los músicos, en muchas ocasiones, nos relacionamos con el silencio como otro elemento más de la partitura. Dejamos de tocar donde está escrito y tocamos donde está escrito. Pero, igual que en otros artículos hemos hablado del sonido y de cómo escucharlo, y hemos llegado a la conclusión de que la escucha activa y atenta modifica los resultados sonoros y la experiencia musical, también la escucha atenta del sonido conlleva una vivencia de la música y del propio silencio muy distinta a cuando, simplemente, dejamos de tocar.Escuchar el silencio con atención nos hace percibir con intensidad los detalles de la emoción que está latente en él.Cuando no escuchamos el silencio, cuando no lo percibimos como parte esencial de nuestra música, sino más bien, como un descanso de ésta, el silencio se vacía de contenido y, generalmente, tendemos a acortarlo, a tocarlo más breve de lo que sería adecuado musicalmente. ¿Por qué sucede esto? Porque nos asustan los silencios; porque el silencio es elocuente y nos deja al descubierto nuestros miedos. La tendencia a "pasar por encima de él", a no reconocerle su espacio y su tiempo, es fruto de la ansiedad que nos produce el silencio y la proyección que hacemos de la incomodidad que genera. Pensamos que al público le resulta incómodo un largo silencio, y por eso, lo acortamos. Pero, en el fondo, quienes no estamos cómodos en el silencio, somos nosotros, que decidimos hacerlo más corto (por si acaso alguien se aburre...😴).
Esta incomodidad ante el silencio nos lleva al segundo silencio necesario. Si el primero es el que está escrito en la partitura, el silencio que se produce cuando dejamos de tocar, el segundo es el que está en nuestra mente.
No resulta nada fácil, especialmente en esta sociedad hiperactiva y sobreestimulada, dejar la mente en silencio. Los discursos internos, nuestro ruido mental permanente, nos alejan de la experiencia del momento presente. Y estamos asombrosamente acostumbrados a estar dispersos en nuestras ideas y poco presentes en el instante mismo.
Cuando uno interpreta música, esta incapacidad de estar en el presente se traduce en un resultado sonoro pobre, en el que la ansiedad por acabar se escucha desde fuera. Por eso,
para un músico, aprender a silenciar la mente y ser capaz de mantenerse presente, sin juicios ni rumiaciones internas, es un trabajo tan importante o más que el aprendizaje técnico del instrumento.
Si te ha gustado, no dudes en compartirlo y en dejar tu comentario. Me encanta leeros!
Me encanta el arte y quería saber si alguno de uds conoce estos estudios fp a distancia los vi en a web y la verdad que me parecen bastante interesante pero me preocupa no poder tener la salida laboral que quiero.
ResponderEliminarHola Juan Carlos. Lo siento, no conozco esos estudios de que hablas. Pero si te sirve mi humilde consejo es que sigas a tu corazón y te formes en aquello que de verdad te interesa. La salida laboral la encontrarás tú, no te la da ninguna carrera. Un saludo, Mar.
EliminarSi escucharamos mas a nuestro a corazón, no hablariamos mas
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo, Alberto. Y más nos valdría escuchar más y hablar menos. Un saludo, Mar.
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