La escucha de los músicos. Y tú, ¿cómo escuchas?

Del mismo modo que un escultor trabaja con el barro o la piedra, los músicos trabajamos con material sonoro, con los sonidos. Esto implica que nuestro sentido fundamental y el más desarrollado sea el oído. Por lo que los músicos deberíamos considerarnos expertos en la escucha.
Sin embargo, encuentro muchos músicos que, pese a utilizar el oído para su ejercicio profesional, en realidad, escuchan poco. ¿Cómo puede ser?

Recuerdo una anécdota con un alumno al que pedí que tocara un sonido al azar y que me dijera lo que había escuchado. Él, muy convencido me dijo: "Un do". Yo le volví a preguntar: "ya sé que es un do, pero ¿qué has escuchado?", y él, confundido por mi pregunta y un poco molesto, respondió: "Pues un do".
Intenté hacerle ver que una cosa es el nombre que hemos puesto a un sonido, para clasificarlo, y otra cosa es el sonido en sí mismo. Quería que escuchara ese sonido, más allá de su etiqueta, pero fue incapaz. Así escuchamos, en muchas ocasiones, los músicos. Nuestra experiencia de la escucha está mediada por nuestros conocimientos y nuestra idea de lo que suena y, por tanto, no escuchamos en realidad.


Oír no parece ser lo mismo que escuchar. Es una afirmación bastante aceptada por todos.

«El oír se refiere a la recepción física de las ondas sonoras a través del oído. Escuchar, en cambio, incluye además del oír, la capacidad de recibir y responder al estímulo físico y utilizar la información captada a través del canal auditivo» (Beuchat, 1989).

Por tanto, la escucha implica el procesamiento de la información, pero para que se pueda responder adecuadamente a la información captada, ha de ponerse en marcha un proceso atencional. Es decir,
👉 para escuchar se ha de prestar atención a lo que se oye.
Sorprende, pues, que músicos con una amplia formación académica adolezcan de su sentido prioritario, más aún, existiendo en el currículum una asignatura dedicada específicamente a su desarrollo: educación auditiva.
La asignatura educación auditiva pone el énfasis en la discriminación auditiva, pero no es el único aspecto que interviene en el proceso de escucha. La capacidad de atención y concentración es un aspecto esencial que debería trabajarse también como parte del aprendizaje auditivo. 

Es interesante señalar que la atención auditiva conlleva un procesamiento de la informacióna nivel cerebral, diferente de otros tipos de atención, como la visual, por lo que, según Castillo Villar (2009), se desaconseja utilizar los mismos modelos atencionales para diferentes modalidades sensoriales. 
Esto significa que para desarrollar la atención auditiva hemos de hacer un trabajo específico.

  • Tipos de escucha

Siguiendo a algunos autores (Brodski, 1978; Smith, 1973; Wolvin, 1969; Coody,1982 y otros) podríamos decir que el tipo de escucha que se enseña en la asignatura de educación auditiva correspondería con un escuchar analítico, que «va desde actividades muy elementales como son el discriminar sonidos y clasificarlos, hasta tareas más complejas como el responder guías de audición que permitan verificar la comprensión del material escuchado» (Beuchat, 1989, p.5). Sin embargo, se echa en falta un escuchar atencional, en el que el oyente «focaliza su atención en un estímulo para obtener información y participar en forma activa» (ibídem). Y, lo que es más necesario, un escuchar apreciativo, que tiene que ver con el deleite de escuchar sonidos; escuchar simplemente -ni más ni menos- para disfrutar, gozar de la escucha. Este tipo de escucha es muy interesante, porque la persona centra su atención en los sonidos con la única finalidad de disfrutar de todos sus matices, sin intención de analizar, realizar ningún tipo de evaluación o juicio posterior. Este tipo de escucha, tan frecuente en los melómanos es, en cambio, rara avis entre los estudiantes de música. ¿Acaso los músicos son poco melómanos? O tal vez ¿nuestra capacidad de escucha se ve limitada por el entrenamiento hacia el juicio (y el prejuicio) al que hemos sido sometidos en nuestros años de formación académica?

  • La escucha activa

La escucha activa no es otra cosa que una escucha atenta, una habilidad que permite «estar psicológicamente disponible y atento a los mensajes de quien nos habla; sin estar distraído, pensando en otra cosa, deseando que acabe y preparando lo que le vamos a contestar, etc. que afectaría negativamente a nuestra capacidad de captar su estado de ánimo o la importancia que concede a lo que nos está transmitiendo. La escucha activa nos sirve, entre otras cosas, para empatizar y comprender a nuestro interlocutor» (Gómez et al., 2011).

Bravo et al. (2011) proponen los siguientes pasos para un óptimo desarrollo auditivo en la infancia:
  1. hacer que el niño experimente el sonido, entrenándolo para una escucha correcta; 
  2. despertar en el niño el amor al sonido, el deseo de reproducir lo que ha oído y familiarizarlo con el campo melódico; 
  3. desarrollar la memoria auditiva, recurriendo a la imaginación auditiva, para que creen e improvisen los niños; 
  4. potenciar en el alumno la conciencia sensorial, afectiva y mental del mundo sonoro.
A continuación, se presentan el tipo de actividades que fomentan la escucha activa y permiten desarrollar una atención auditiva específica (ibídem):
  • Sonidos del entorno. Identificar con los ojos cerrados, comparar los resultados con los compañeros, reproducir los sonidos y clasificarlos de diferentes maneras. 
  • Voz. Identificar a los compañeros por el timbre de su voz. Éstos cambian el timbre o lo hacen cantando.   
  • Objetos variados. Hacer sonar objetos cotidianos, identificando su procedencia.
  • Diferentes sonidos con el mismo objeto. Investigar las diferentes posibilidades del material: sacudir, frotar, arrugar, tensar, romper, alisar, golpear, etc.   
  • Trabajar con grabaciones variadas. Identificar y representar gráficamente. 
  • Descubrir los parámetros del sonido. Utilizar juegos y manipular instrumentos musicales y objetos sonoros.
En mis clases, utilizo la improvisación libre como herramienta para promover la escucha activa y facilitar a mis alumnos los distintos tipos de escucha, tanto la analítica, como la atencional y la apreciativa. 

El siguiente vídeo es una entrevista que me hicieron en la que hablábamos de la importancia de la escucha y de cómo, en los músicos, ésta se ve limitada por los prejuicios y las expectativas.



Bibliografía:


  • Beuchat, C. (1989). Escuchar: el punto de partida. Lectura y vida. Revista latinoamericana de lectura, 3, 20-25. Disponible en: www.lecturayvida.fahce.unlp.edu.ar/numeros/a10n3/10_03_Beuchat.pdf
  • Bravo, J. R. H., Bravo, J. A. H., & de Moya Martínez, M. D. V. (2011). Las bandas sonoras como base de la audición activa: experiencias educativas para el desarrollo musical infantil.[Music for films as a basis of active listening: educational experiences to child music development]. ENSAYOS. Revista de la Facultad de Educación de Albacete, 26, 165-178.
  • Castillo Villar, M.D. (2009). La atención. Madrid: Pirámide.
  • Gómez, Á. H., Gómez, J. I. A., & Rodríguez, M. A. P. (2011). Técnicas de comunicación creativas en el aula: escucha activa, el arte de la pregunta, la gestión de los silencios. Educación y Futuro: Revista de investigación aplicada y experiencias educativas, (24), 153-180. 
  • Fernández, M. R. (2018). El arte de escuchar atento: taller de improvisación libre. En Educación musical: recursos para el cambio metodológico (pp. 187-206). Procompal Publicaciones.

Comentarios

Entradas populares