Compartir o Plagiar

Llevo unos días leyendo muchos blogs  y los comentarios de quienes opinan, y hay algo que se mueve por la red como la pólvora. Es el tema del plagio, que los músicos y artistas en general lo sufrimos (o disfrutamos) desde tiempos inmemoriables.

Sé que es un tema espinoso que levanta ampollas y genera mucho debate. Ya pudimos comprobarlo con la tan tristemente popular  Ley Sinde (propuesta en Mayo de 2009).


El caso es que en la red se habla, sobre todo, del plagio de contenidos (aunque parecido, no es lo mismo exactamente que el tema de derechos de autor sobre obras artísticas). 
Muchos blogs y páginas se alimentan de contenidos de otros, a veces con un vulgar "copy-paste" y en otras ocasiones, citando la fuente o incluso enlazando.
Yo misma enlazo continuamente mis comentarios, tanto en el blog como en mis redes sociales. 


Esto genera un fluir de contenidos; más bien una movilización de determinados contenidos, que no de ideas, por lo que en muchas ocasiones empobrece tremendamente. Porque al leer un artículo y tratar de buscar más información te encuentras directamente en otra página con, exactamente, las mismas palabras, lo que empobrece, sí, pero además molesta. 

Son la cara y la cruz de la Red. Ésta nos permite ser creativos, generar ideas, amplificar pensamientos y reflexiones, compartir..., en definitiva enculturizarnos entre todos y todas, ofrecernos conocimientos que antes era mucho más complicado encontrar. 
Pero si, en lugar de aprovechar esa oportunidad de suscitar nuevas ideas, lo que hacemos es utilizar las palabras -literales- de otros, no solo no estamos aportando nada, sino que además, estamos "robando" lo que alguien pensó y escribió desde su espacio y tiempo (que puede no coincidir, por cierto, con el nuestro).

Sin embargo, esto que los músicos tenemos muy bien aprendido, lo de crear material nuevo o sino, denuncia por plagio, en Internet es un poco diferente. Hay opiniones que dicen que compartir textos de otros es compartir información, ni más ni menos. Que, precisamente, ésa es la característica fundamental de Internet, y que compartir un artículo (aunque no se cite o sí, la fuente), es hacer que esas palabras tengan un altavoz en otros espacios y que llegará a personas diferentes. En otras palabras, democratizar la cultura.

En este artículo llamado "Creación de Contenidos. Cómo conseguir los mejores textos", el autor nos da un truco para acceder a publicaciones antiguas de revistas on line para literalmente "copiar y pegar" dicho texto, teniendo (según expresa él mismo) "la calidad de un periodista". Por una parte, es mucho suponer que los periodistas (todos) tengan esa calidad. Pero me pregunto ¿dónde queda la creación?. 

Podemos aprovecharnos de textos escritos por otros que además ya no están indexados, así que no habrá problema para Google ni para el "copiador", pero ¿por qué se lanza uno a tener un blog, si no está dispuesto a crear nuevos contenidos?. 

Es un tema complicado. Porque yo misma entiendo que es mejor un contenido compartido, que el ego de su autor. Me refiero con esto a que, en la historia de la música (por ejemplo), hasta el siglo XIX más o menos, importaba poco el autor. Es decir, no había demasiado interés en quién había firmado esta u otra obra; lo que importaba era la obra en sí misma. Y así los compositores escribían una gran cantidad de obras, muchas de ellas sin ningún tipo de registro que acababan perdiéndose porque la inmediatez era lo que mandaba, es decir, el tocar aquí y ahora. 

Aunque el origen de los Derechos de Autor  es muy antigua, aproximadamente del siglo XVI, de manos de la Iglesia para regular la copia y la producción de los impresores* (wikipedia), no es hasta que en el siglo XIX se arraiga con fuerza el individualismo en los compositores, cuando se interesan por firmar las obras y distinguirlas de otros compositores (más o menos, en el período en que surgen los Nacionalismos).

Pero ahora, en nuestro siglo XXI, los derechos de autor producen importantísimos beneficios, lo cual ha generado toda una industria (la de la creación, es decir, libros, discos, cine, etc...) que lucha duramente y con todos sus medios (que son muchos) para seguir ostentando el poder (y además, no siempre pensando en el autor). Es decir, que con la aparición de las grandes industrias de la creación, el autor se convierte en un generador de altos beneficios.

En este artículo, el compositor de salsa Rubén Blades muestra su opinión de desagrado por las tácticas de las discográficas, a las que denomina "robo descarado".

Muchos son los autores que se han mostrado en desacuerdo con la "lucha" por los derechos de autor que se intensificó a raíz de la citada Ley Sinde, que criminalizaba toda copia "ilegal". Baste solo recordar aquel memorable discurso en la entrega de los Goya 2011, del que fuera entonces director de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, en el que dice "Internet es la salvación de nuestro cine", pues el público ya no va a salas, porque se queda delante del ordenador.




En aquella famosa Ley se supo que una de las razones que motivaron su creación (y dureza) fue la enorme presión ejercida por los lobbies de la industria audiovisual.

Así que, es posible que nuestra opinión sobre el plagio esté ciertamente, distorsionada por una industria que ha vendido muy bien sus propios intereses. Ha conseguido que cale en las mentes del público la idea de que los derechos de autor son algo sagrado, y que la copia ilegal es un delito supremo (como si no hubiera delito en la explotación a los trabajadores, algo que a las mismas compañías discográficas no las molesta tanto ejercer).

Cuando son más las voces desde la industria en contra de la copia que de los mismos autores, algo me hace sospechar que no está muy bien, y que probablemente, hay intereses que están muy lejos de lo que lleva a un autor a crear algo (que no deja de ser, compartir). Nadie quiere crear una canción, una película, una escultura, un texto en un blog, etc., que no le llegue al público de una u otra manera. Cuando uno es creador, lo que de verdad importa es que tu obra salga hacia fuera y sea recogida por el público.

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